Life in a Glasshouse, Radiohead
El vaso sobre la mesa estaba a punto de quedar vacío; eso si el hombre no lo llenaba con lágrimas. Ya era media noche y la banda de jazz al fondo del bar seguía tocando. Para aquel sujeto, la música se hacía cada vez menos, y poco a poco se perdía en el desorden de sus pensamientos. Encima, sentía que su esencia se desvanecía conforme los minutos pasaban; sabía que se hundiría dentro de poco, de alguna forma u otra. Pero el hombre seguía bebiendo y la música sonando. Entonces, en un abrir y cerrar de ojos, él tuvo en sus manos el timón de un barco. Puede que fuera el exceso de tragos, pero aquella fantasía en la que se había sumergido esta vez, rodeada de muros de cristal, parecía genuina. Y en vez de mantener a flote su pequeña nave, él optó por lo que le pareció la mejor opción. Hundió su barquito. Así, por un instante, en su fantasía él ya no existía; se había perdido en las profundidades del escaso mar dentro de su recipiente.
Al despertar, llenó su vaso de nuevo al ver la realidad tan clara frente a sus ojos.
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