Has de ser una criatura mítica;
la forma en la que bailas,
la manera en la duermes,
el modo en el que hablas.
Has de ver en el cielo
la respuesta a cada acertijo,
el rencor de Dios en las nubes,
la moraleja de una vida incompleta.
Has de sentir en el pecho
el frío del agua por las mañanas,
la seda de las sábanas por la noche,
la incertidumbre del presente.
Que no sepas dónde sembrarte
cuando el aire se lleva las nubes.
Que al morir, te entierren
y brote
una arbolita de mangos,
Que te hagas humo
y te crezca
una marihuanita
por las orejas
¿Pues cómo no ibas
a regresarte?
¿Cómo no iba
yo a esperarte?
¿Dónde no iba
yo a correr tras de ti,
tras el autobús
de cerezas y mangos,
tras las diez rutas
más veloces?
¿Pues cómo no íbamos
a dedicarnos de noche
el brillo de la luna?
¿Cómo no íbamos
a encontrarnos
en el lugar menos nuestro?
¿Cómo no íbamos
a cuidarnos?
¿Cómo no íbamos
a besarnos?
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