Cuán oscuro el destino
Que ciñes sobre mis ojos
De un triste color abismo
Cubriendo el celeste techo,
Pero qué afán el tuyo
De eclipsar mis ilusiones
De matar a Dios con palabras
Y dejar estéril al dulce niño,
Destellos que ahora en vano
En forma de mil soles se alzan
Como infinitos halos de luz
Para tu sola y propia delicia,
Pero qué ganas las tuyas
Pero qué confianza la mía
Qué tamaño el tuyo, Luna
Qué tenue la luz de tu estrella
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