Cuando la canción muere ante tus ojos
- Álvaro Luna
- 11 ago 2022
- 1 Min. de lectura
Tibios alientos,
breves suspiros
brotan y se desvanecen.
Aquello inmaculado se oculta tras los muros
y espía tímido entre cortinas
anhelando una brisa,
una visión de belleza,
un disparo de luces...
Pero aquí, donde la piedra se rompe
y el grito se desnuda,
y la memoria vaga
- perdida, inconclusa -
y las hojas caen;
no nacen sino ruidos extraños
y sombras retorcidas.
Aquel tiempo de la dulzura
y la inocencia
habita ahora entre pasados;
anhelando el tacto tibio
de la mirada sobre lo amado,
la solemne presencia
de una lágrima que no olvida.
Pero aquí, donde las luces
reptan bajo lámparas
y cuerpos fríos cuelgan de los techos,
y la luna se llena poco a poco
de amores que no fueron;
no quedan sino llantos
profundos y angustiosos.
Pequeñas aves
(moribundas)
caídas de los nidos.
Aquí, donde los días se emborronan
y la vigilia mengua,
y los oídos yacen repletos de murmuros;
vuelan negras y enormes mariposas.
Aurigas insomnes velan los senderos.
Y de entre las grietas,
bañado de nube y de exilio,
nace aquello que busca la belleza
detrás de los abismos.
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